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lunes, 28 de diciembre de 2020

UN APURO INMINENTE

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UN APURO INMINENTE

 

Caminaba un hombre a pasos grandes

entre calles abarrotadas y tráfico abundante

buscando, desesperado con la mirada,

un lugar plácido que no encontraba.

Por fin llegó desesperado a las letrinas

para aliviar el dolor de barriga;

comenzó por un concierto de tripas,

seguido de sonido de timbales

hasta que estalló la mascletá.

Se le enfrió el sudor de la cara

y se relajó el resto de su hombría,

mientras actuaban las encimas

y de nuevo apareció en su semblante la alegría.

-¡Dios mío… bendito desahogo!

Gritó satisfecho el hombre a la letrina;

Y es que no hay agobio más grande

que encontrarte en ese apuro

sin hallar la esquina adecuada.

Aquella desencajada cara,

que penetró con remilgos,

en la sucia estancia a toda prisa,

salió complacido y sonriente

como si saliera… del Palacio de Oriente.

 

Elda 28 Diciembre 2020

Jesús Gandía Núñez

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