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viernes, 21 de septiembre de 2018

¡Qué horror!





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¡Qué horror!

Se oían cencerros por la pradera 
y cuando me crucé con las vacas
me dirigieron un ¡Muhuu! 

con mucho estruendo;
luego oí que rumoreaban entre ellas
“ ¡vaya espantapájaros!
si parece más que un hombre un reclamo”;

pero haciendo caso omiso,
aunque muy extrañado
del lenguaje de semejantes vacas,
seguí mi camino hacia el río.

No había andado veinte pasos
cuando una ardilla, desde un pino,
se reía en mi cara a carcajadas;
y me dijo toda irónica:
“ jamás había visto humano
con andar tan desgarbado”
Ante semejante agravio,
mi humor se volvió ira
y casi acabo con la descarada ardilla.

Llegando al puente del río
ya se oía, el croar de las ranas
en las charcas de la orilla;
pero lo que me sacó de quicio
fue que una de ellas me dijera:
“qué insulto más estrafalario
para tan bella pasarela,
que la cruce alguien
que parece de la edad de piedra”

Empecé a darle vueltas a la cabeza
como si se tratara de una barrena;
¿Cómo era posible que a mi paso
todos los animales hablaran?

Y en eso una mariposa,
que me revoloteaba,
me aclaró la historia:

“¿No sabías que una bruja nos maldijo?
Y pronosticó que no hablaríamos
hasta que pasara por este bosque,
humano con tan mala facha”

Me miré de arriba abajo
y no tuve más remedio
que asentir con la cabeza;
porque llevaba puesto:

un pijama de lana,
una chistera por montera,
una coliflor de mochila,
gafas de buceo para la vista
y como garrote me apoyaba
en la fregona de mi casa.

Avergonzado salí corriendo del bosque 
y regresé a mi cama
de donde ahora me despierto
haciendo ¡Muhuu! Como las vacas.

Elda 21 Septiembre 2018
Jesús Gandía Núñez

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