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LA ATALAYA
Se fueron las
obreros de fin de semana,
y las gaviotas al
instante ocuparon la grúa.
Se repartieron el
espacio como hermanas
y controlaron el
Cabo de punta a punta.
Disponen de
varios altos edificios,
pero nada
comparado con el paisaje de la grúa,
desde donde
pueden emprender el vuelo
sin apenas quemar
energía.
A diario se pasea
una ardilla
sobre el césped
de la piscina
sin prisas, sin
apenas la mínima cautela,
y mirando a la
gente desafiante y sin vergüenza.
También
revolotean los gavilanes,
siempre al acecho
por si alguien se despista,
atentos a algún
joven pajarillo
que por incauto
paga las consecuencias.
Volverán el lunes
a la obra los albañiles
y las gaviotas
deberán buscarse de nuevo la vida
porque la
gigantesca grúa, como títere callejero,
no parará en toda
la semana su danza rítmica.
San Juan 14
Agosto 2020
Jesús Gandía
Núñez
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