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CUANDO TENGÁIS UN
DULCE SUEÑO, NO ABRÁIS LOS OJOS
Con los ojos
cerrados
y la mente
pensativa,
escucho el sonido
del agua;
estoy junto a la
cascada,
y cada borbotón
que cae
parece que sean
bonitas palabras
que transmiten
calma.
También llegan
hasta mi oído
el distinguido
canto del mirlo acuático,
y el suave sonido
del viento
que con su
delicadeza me acompañan.
Igual que en un
bosque frondoso,
en medio de su
deliciosa espesura,
me parece estar,
antes de abrir los ojos,
y cuando lo hago,
se rompe la magia;
estoy sentado en
un banco cualquiera
del parque del
Campet “soñando".
Petrer 24
Septiembre 2020
Jesús Gandía
Núñez
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