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EL BOSQUE DE LOS DUENDES (Cuento)
En un bosque espeso, con hayas, robles y alcornoques
que conviven durante cientos de años, entre helechos, ciertos duendes que
aparecen y desaparecen cuando les viene en gana. Los habitantes del pueblo, que
están acostumbrados a esos personajillos pequeños y divertidos que a veces
hacen travesuras, pero nunca subidas de tono, han decidido, con su alcalde a la
cabeza, que van a promocionar el pueblo turísticamente, haciendo hincapié sobre
todo en la fantasía de los duendes del bosque.
Se han promocionado en las grandes ciudades, en TV y en
todos los medios de comunicación turísticos, y están a la espera de los
primeros turistas que lleguen al pueblo.
Los duendes que no son tontos y se enteran de todo,
cuando Raúl y su hijo, estaban recogiendo setas en el bosque, se les aparecieron
en grupo. Y les habló, el más anciano y sabio que fue de los primeros que
llegaron a ese bosque hace muchísimos años, y les dijo - Escúchame Raúl, sabes que nos hemos llevado
bien durante tiempo infinito, pero quiero que sepas que si conseguís que el bosque
se llene de gentes urbanitas que querrán indagar en el por qué de nuestra
magia, solo conseguiréis que nos tengamos que marchar a otro bosque, lejos de
aquí, y se acabará la fantasía de vuestro pueblo.
Raúl escuchó con mucha atención al duende anciano, y
comprendió en seguida las razones que le exponía, aceptando ser portavoz de los
duendes ante el alcalde, para ver qué solución se podía buscar que no fuera en
detrimento de ninguno.
Cuando llegaron al pueblo, se fue a ver al alcalde y a
pesar de que Raúl había sido de los que habían hecho aquella descabellada
propuesta, se puso del lado de los duendes y los defendió ante la autoridad del
pueblo. Y como en aquel pueblo, quizás por tener el bosque de duendes en las
afueras, eran personas que escuchaban y atendían las propuestas. Llegaron al
acuerdo de que el bosque sería una reserva donde no se podría transitar por su
interior y solo serían los duendes los que podrían salir al exterior y hacerse
visibles a quien quisieran y cuando les apeteciera.
Raúl regresó al bosque y esperó hasta que el anciano
duende se le volvió a presentar, le comunicó lo que había conseguido del
alcalde y al duende le pareció que era un buen acuerdo y lo trasladó a todos
los duendes que lo aplaudieron.
Y así fue como aquel pueblo se hizo muy famoso porque
los duendes que eran traviesos, a veces se les aparecían a los turistas por las
mismas calles del pueblo y estos se regocijaban de haberlos visto. Y el bosque
siguió tan hermoso como siempre, o más, porque parte del dinero que se
consiguió de los turistas se materializó en mejoras y cuidados del bosque
mágico.
Elda 9 Febrero 2021
Jesús Gandía Núñez
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