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miércoles, 24 de febrero de 2021

UN DESCUIDO SIN CONSECUENCIAS (Microrelato real)

 

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UN DESCUIDO SIN CONSECUENCIAS (Micro-relato real)

Como a diario, salgo a recorrer mi caminata diaria, no al mismo sitio de siempre, pero sí con la misma distancia aproximada.

Pinta una mañana agradable, pues a pesar de que no luce un sol luminoso, la temperatura es benigna y lo mejor de todo la ausencia de viento, que a veces es lo que más incomoda durante un paseo.

Va siendo la hora del recreo en los colegios que voy encontrando por el camino. Algunos son de mayores, pero otros como el que me he sentado enfrente a descansar un rato en un banco, son de primero de infantil. Los niños andan revolucionados. Algunos utilizando los toboganes o casitas de juego que tienen en el patio, pero siempre hay algunos niños que les gusta estar apartados del resto.

Aunque al principio hay dos profesoras pendientes del grupo de unos quince pequeños, pronto una de las profesoras sale del recinto vallado internamente del resto del gran colegio para que no se dispersen o se mezclen con niños de otras clases. Se queda una sola profesora, pendiente de los peques. Pero una niña, algo solitaria no comparte juegos con sus compañeros y se empeña en meter la cabeza entre los barrotes de una de las vallas, pero en vista de que no consigue pasar el resto del cuerpo, intenta retroceder la cabeza y lo consigue tras enormes esfuerzos. Yo he estado a punto de ir a avisar a su profesora, pero la niña ha sido más rápida que yo.

La maestra lleva en brazos a una de las pequeñas que lloraba y no se da cuenta de que la niña solitaria, no se acobarda por el susto anterior y vuelve a intentar pasar el cuerpo por entre los barrotes de la valla y yo mientras estoy expectante de lo que a continuación suceda. Consigue, con maña,  por fin colarse y sale corriendo por el gran patio del colegio. No me queda más remedio que con rapidez acercarme a la valla y gritarle a la profesora que se le ha escapado la pequeña. En  seguida la joven, suelta a la peque que tenía en brazos y salta por encima de la valla, corre tras la pequeña que ya iba desorientada, pero atrevida, llegando a la zona vacía de los mayores.

Por fin regresa con la niña en brazos y la deposita en la zona de la valla donde estaban sus compañeros. Pasa ella también y la coge en brazos, ya no la suelta hasta que todos juntos salen del recreo. Menos mal que he estado oportuno al descuido y el problema no ha tenido mayores consecuencias, pero me he dado cuenta de lo fácil que es, que se ocasione un posible problema.

Elda 24 Febrero 2021

Jesús Gandía Núñez

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