1487
UN DESCUIDO SIN CONSECUENCIAS (Micro-relato real)
Como a diario, salgo a recorrer mi caminata diaria, no
al mismo sitio de siempre, pero sí con la misma distancia aproximada.
Pinta una mañana agradable, pues a pesar de que no
luce un sol luminoso, la temperatura es benigna y lo mejor de todo la ausencia
de viento, que a veces es lo que más incomoda durante un paseo.
Va siendo la hora del recreo en los colegios que voy
encontrando por el camino. Algunos son de mayores, pero otros como el que me he
sentado enfrente a descansar un rato en un banco, son de primero de infantil.
Los niños andan revolucionados. Algunos utilizando los toboganes o casitas de
juego que tienen en el patio, pero siempre hay algunos niños que les gusta
estar apartados del resto.
Aunque al principio hay dos profesoras pendientes del
grupo de unos quince pequeños, pronto una de las profesoras sale del recinto
vallado internamente del resto del gran colegio para que no se dispersen o se
mezclen con niños de otras clases. Se queda una sola profesora, pendiente de
los peques. Pero una niña, algo solitaria no comparte juegos con sus compañeros
y se empeña en meter la cabeza entre los barrotes de una de las vallas, pero en
vista de que no consigue pasar el resto del cuerpo, intenta retroceder la
cabeza y lo consigue tras enormes esfuerzos. Yo he estado a punto de ir a
avisar a su profesora, pero la niña ha sido más rápida que yo.
La maestra lleva en brazos a una de las pequeñas que
lloraba y no se da cuenta de que la niña solitaria, no se acobarda por el susto
anterior y vuelve a intentar pasar el cuerpo por entre los barrotes de la valla
y yo mientras estoy expectante de lo que a continuación suceda. Consigue, con
maña, por fin colarse y sale corriendo
por el gran patio del colegio. No me queda más remedio que con rapidez
acercarme a la valla y gritarle a la profesora que se le ha escapado la
pequeña. En seguida la joven, suelta a
la peque que tenía en brazos y salta por encima de la valla, corre tras la
pequeña que ya iba desorientada, pero atrevida, llegando a la zona vacía de los
mayores.
Por fin regresa con la niña en brazos y la deposita en
la zona de la valla donde estaban sus compañeros. Pasa ella también y la coge
en brazos, ya no la suelta hasta que todos juntos salen del recreo. Menos mal
que he estado oportuno al descuido y el problema no ha tenido mayores
consecuencias, pero me he dado cuenta de lo fácil que es, que se ocasione un
posible problema.
Elda 24 Febrero 2021
Jesús Gandía Núñez
No hay comentarios:
Publicar un comentario