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LA PRINCESA MARA Y SU CORCEL BLANCO (Cuento infantil)
Había un país en Oriente, muy pequeño y escondido, prácticamente
ocupaba un valle rodeado de montañas de las que se alimentaba el río Chico, que
cruzaba todo el país y desembocaba en un gran lago azul que brillaba con el sol
como un espejo y reflejaba en su fondo la nieve y la silueta de las montañas.
Aquel país que se llamaba Paraíso, lo regentaba un buen rey que tenía
una hija que la llamaban MARA (porque sus ojos eran más azules que el mar),
pero ahora estaba muy triste, porque había muerto su madre de una enfermedad
incurable. El padre intentó ocuparse de la princesa, pero todavía era una niña,
y necesitaba una madre. Así que no se lo pensó y pronto casó con una de las
cortesanas de palacio.
La cortesana tenía muchos celos del cariño que MARA tenía por su padre
y tuvo una maligna idea. Conspiró con el chambelán para que le diera un paseo
con el caballo blanco de la princesa y la dejara perdida entre las montañas.
Y eso hizo el chambelán, cuando estaban lejos, en medio del bosque y
en un descuido de MARA, partió al galope hacia palacio y la dejó allí sola con
su caballo blanco. Cuando MARA se quiso dar cuenta estaba perdida completamente
y a punto de anochecer, así que se agarró a las brides de su corcel y le pidió
entre sollozos… ayuda.
El corcel blanco, que conocía bien todos los caminos, galopó hasta una
cueva cercana, para no pasar la noche al raso. Y allí se tumbó junto a la
princesita dándole calor con su cuerpo para que no pasara frío. MARA debido al
susto y al cansancio pronto se quedó dormida cogida al cuello de su caballo.
Cuando despertó vio desde la cueva el lago de los espejos, montó sobre el
cordel y cabalgó hasta su orilla. Allí pudo beber agua limpia del río Chico y
comió frutos de los frondosos árboles que rodeaban al bello lago.
El rey preguntó por la princesa a su esposa y ésta le mintió
diciéndole que se había ido a visitar a unas primas que vivían en la montaña y
entonces el rey se enfureció y mandó a la guardia que fueran a buscarla.
Y mientras tanto MARA y su corcel a paso ligero iban acercándose a
palacio por otro camino que conocía aquel inteligente caballo, que sabía
orientarse correctamente. Por fin ya anocheciendo llegaron a palacio,
sorprendiendo a la mala esposa, que al verla aparecer huyó con el chambelán
para no sufrir la furia del rey cuando MARA le contara a su padre lo que había
ocurrido.
Entonces fue cuando el rey se dio cuenta, que nadie puede reemplazar a
una madre y nunca más quiso volver a casarse. Y MARA siempre salió de paseo,
agradecida, con su corcel blanco, que le había salvado la vida.
Elda 6 de Febrero 2021
Jesús Gandía Núñez
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