Chuspamontes,CEEmontes

miércoles, 3 de febrero de 2021

EL GATO Y EL RATÓN

 1463



EL GATO Y EL RATÓN (Cuento infantil)

Augusto era un gato precioso, y vivía con una familia que le tenía mucho cariño. Para Marta, la niña pequeña, el gato era su mejor amigo y junto a él pasaba muchas horas jugando en el pequeño jardín de su casa.

Pero un día pasó por aquella calle el ratón Mauricio, un pillín que llevaba frito a todo el vecindario porque roía todo lo que encontraba en su camino, y le gustó la casa donde vivía Marta.

Primero dio dos vueltas por el jardín y en vista de que no había nadie, fue buscando una rendija para colarse en la casa. Se paseó por el pasillo, por las habitaciones y la cocina. Cuando llegó a la cocina y olió al guisado que estaba cocinando la madre de Marta, pensó que quedándose en aquella estancia no iba a pasar hambre, pues siempre tendría a mano algo para roer. Así que se coló entre las cazuelas y se amagó tras una tapadera.

El gato Augusto, después del paseo con Marta, llegó al jardín y siguió con sus juegos, persiguiendo a las hormigas. Y Marta fue derecha a su habitación a dejar el cuento que acababa de leer. En un descuido Mauricio, que era muy curioso, salió de entre las ollas y entró en la habitación de Marta. Cuando tuvo el cuento a su alcance, comenzó a roerle las tapas sin piedad ninguna. Y cuando se hartó regresó al escondite de la cocina.

Cuando la mamá de Marta la llamó para comer, ella y Augusto dejaron de jugar en el jardín y entraron a la casa. Una vez concluida la comida, Marta se fue a su habitación y Augusto a su capazo a hacer la siesta.

Menudo disgusto se llevó Marta cuando vio su cuento nuevo con las tapas rotas. Salió muy enfadada a preguntarle a su mamá si lo había hecho ella. Su madre asombrada de aquella travesura, de seguida pensó que era trabajo de un ratón y llamó a Augusto, que dormía plácidamente. Solo le dijo ¡BUSCA! Y Augusto se puso a rebuscar por la habitación de Marta.

No pudo encontrar nada, pero siguió buscando por las demás habitaciones maullando sin parar. Y el ratón Mauricio en cuanto lo oyó, salió disparado de entre las ollas y por una ventana saltó afuera al jardín y de allí a la calle, moviendo el rabo como si fuera un molino de viento. Augusto se dio cuenta de seguida y aunque lo persiguió hasta la puerta de la calle, desde allí vio cómo Mauricio desaparecía entre los matorrales del parque más cercano.

Cuando el ratón se percató de que Augusto era el guardián de la casa de Marta, nunca más se acercó a ella.

Ese episodio le hizo aprender al ratón Mauricio que no hay que ser travieso y además que hay que huir de donde haya gato, perro o algún peligro que desconocemos.

Elda 3 Febrero 2021

Jesús Gandía Núñez

 


No hay comentarios:

Publicar un comentario