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LO
SUPLIMOS CON PEQUEÑECES
Nos falta tanta alegría,
que
cualquier pájaro
que
se acerque a la mesa
a
comerse las migajas,
nos
dedique su canto,
o
alce sus alas y levante el vuelo,
puede
ser la solución
para
que retorne el ánimo.
Necesitamos
tanta ternura y cariño
que
al ver el aleteo de la mariposa,
como
nos envuelve en sus colores
que
nos seduce y nos circunda,
hace
que nos emocione
y
nos pone el vello de punta.
Son
tantos los besos y los abrazos perdidos,
que
se agradece el más mínimo tacto,
la
caricia del aire
tras
la corriente de una ventana abierta,
la
sombra de una gran encina
o
el picoteo en la mano
al
dar de comer a la paloma.
Elda
18 Junio 2021
Jesús
Gandía Núñez
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