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SER LIEBRE Y NO TENER DERECHOS
Ojerosa y
despeinada
se levanta la
liebre muy temprana,
sin preocuparse
por su belleza.
Se dirige rauda
fuera de la madriguera,
aprovecha el rocío
de la mañana
para cubrir sus
necesidades
de alimento y
agua.
Capta energía de
la hierba fresca,
antes que la
competencia
se apropie de
ella.
Pero el malvado
cazador la acecha,
con la escopeta
cargada
y los galgos
prestos a la presa.
Sospecho que será
su última madrugada,
no beneficiará a
la liebre,
que sea cauta y espabilada…
nada podrá contra
las balas
y herida de muerte…
será atrapada.
Siempre ha sido
así en la vida,
las desigualdades
rondan por las esquinas
y si naciste liebre,
será difícil que subsistas,
porque siempre habrán cazadores que merodean.
Elda 3 Junio 2021
Jesús Gandía Núñez
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