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MONTEAGUDO
Un
pico que hace honor a su nombre,
prácticamente
sus paredes caen a plomo
sobre
su base... son verticales y salvajes
y
no permiten, que de un traspiés, se asome nadie.
Su
acceso desde las balsas de riego,
es
más liviano siguiendo por la pista,
pues
un rodeo nos deja en la base de sus farallones
y
desde allí hay que ganarse a pulso la cima.
Pero
tenemos la versión más divertida,
que
es subiendo directo desde las balsas,
salvando
un cordón en forma de crestería,
que
en algún punto hasta te encoje el pensamiento.
Esta
última subida es mucho más alpina,
pero
también tiene más riesgo,
sobre
todo los continuos descensos,
que
te complican la travesía.
Es
difícil acertar con la decisión primera,
para
ir siguiendo la cresta,
así
que, más de una vez, es preciso darse la vuelta,
y
buscar una opción nueva, que sea más propicia.
La
penúltima y fina cadena, tiene buenos agarres,
que
te llevan hasta el esfuerzo postrero,
y
si pones la atención debida
llegarás
a lo alto de la cima.
El
panorama que se divisa es de ensueño,
al
Sur toda la plana de Aspe y Novelda,
con
la Mola y el Santuario de la Magdalena
la
emblemática Sierra del Cid al Norte
y
al Este la Serreta y el azulado mar de Alicante.
El
Monteagudo siempre fue temerario,
pequeño
y corto, pero audaz y puntiagudo,
y
sobre todo muy poco visitado,
porque
resulta su acceso bastante delicado.
Elda 20 Abril 2022 – Jesús Gandía Núñez
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