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POCAS
PALABRAS BASTAN
Quedé
perplejo de tu silueta,
y
te siguió mi mirada desde la ventana,
viendo
como bajabas por la vereda:
con
tu melena al viento,
con
la blusa blanca, a rosas bordada,
y
una falda roja almidonada.
Bajé
corriendo hasta la fuente
sin
cántaro ni tiesto que disimulase,
solo
con ansias de sentir tu aliento
y
empaparme con tu aroma.
Te
ofrecí el clavel más hermoso,
para
que luciera en tu cabellera
y
tú me regalaste a cambio
la
sonrisa más tierna.
Aquel
fue el primero de muchos encuentros,
que
dieron inicio a un sencillo cortejo,
y
a base de sonrisas y gestos,
casi
sin mediar palabra alguna,
nos
llevó un día hasta la boda.
Elda
01 mayo 2022
Jesús
Gandía Núñez
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