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LOS BOSQUES DAN VIDA
Camino por un bosque de robles y encinas.
Escucho, suspiros que me maravillan:
el palpitar de la savia,
en el interior de la arboleda,
y el ruido armonioso,
a la caída de sus hojas secas.
Me paro junto al arroyo,
que me refresca y fascina,
tanteo la bravura de sus aguas,
cuando se precipitan.
Y en ellas reman, con suavidad, las hojas muertas,
sin destino …, a donde la corriente las lleva,
se dejan guiar, decididas y conformistas
y las acompaño con la mirada,
hasta que las pierdo de vista.
El petirrojo se balancea en la acacia,
sobre la rama más fina,
y me dedica, su más primorosa melodía.
Soy feliz, en este silencio que me hechiza:
por la vitalidad arcaica de las encinas,
por el bello colorido ocre,
de un suelo de materia rica,
por el oxígeno puro que respiro,
y que me descontamina.
No hay mejor retiro para el alma herida,
que aquel que se localiza,
en el interior de la sierra,
en este hermoso bosque, que rezuma vida,
que te eleva el espíritu, hasta la más alta cima.
Quisiera ser, como una gigantesca esponja,
que absorbiera el delicado aroma,
con el que la naturaleza, generosa,
sin más condiciones, nos premia.
Sopla una ligera brisa
y ensancha mis pulmones,
que están llenos de nostalgia,
de los magníficos recuerdos,
que me traen las montañas,
que recorrí, durante mi vida.
Ahora, me conformo,
con visitar éstos bellos bosques,
que me hacen bullir la sangre,
y considero que son, mi más preciado baluarte.
Elda 13 mayo 2022
Jesús Gandía Núñez
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