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LOS PICAPIEDRA
Pedro y Pablo eran dos buenos
canteros,
que con la piedra que otros
picaban,
prometían cimientos de primera;
y los dos apuntaban excelentes
maneras.
Consiguió Pedro, gracias a
recomendaciones
y peligrosos tratados, expulsar
al dueño de la cantera;
con el pretexto casi certero de que utilizaba piedra negra.
Consiguió instalarse con su corte al mando de Palacio.
Pero Pablo, celoso de ver que
Pedro le había superado;
obviando las normas que él
mismo predicaba de pobreza,
se quiso poner a su altura
comprando una fortaleza millonaria.
Hasta aquí los hechos
consumados.
Soplaron los vientos
electorales
y a pesar de las envidias y lo
mal que se llevaban
tras 6 meses de agudas
discrepancias
ocurrió que Pedro vio peligrar
su palacete;
y aunque entre ellos persistía
gran desconfianza,
escuchó los consejos de sus cortesanos,
y en 24 horas, los dos picaron
la piedra que hacía falta
para cimentar y apuntalar sus
carteras...
sin más recursos que un cincel y puras promesas.
Estoy seguro que Pablo ampliará
su fortaleza
y el ego de Pedro verá la
crisis superada,
dando entrada a Pablo y sus
esbirros, en la corte Palaciega.
No sabemos cuánto tiempo durará
este preacuerdo
porque abrirán los grifos y las
ventanas,
y me da la espina que con todo
abierto,
alguien, o el viento que no
viene a cuento,
desvalijarán en cuatro días, la
piedra almacenada.
Y con los dos canteros enzarzados
en continuas broncas
pueden convertir este
chiringuito y sus autonomías
en pura ruina y absoluta
miseria.
Elda 13 Noviembre 2019
Jesús Gandía Núñez
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