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CONFESIÓN DE UN SUEÑO
Nunca me he pronunciado como
religioso;
sí que me gustan aspectos de
todas las doctrinas,
y como ya han hecho algunos
antes que yo,
podría coger un poco de cada
una de ellas.
Con todo, no me encuentro como
ateo,
más bien como aventurero
viajero,
que va sorbiendo lecciones de
la vida
intento la felicidad de todos,
hasta donde llego.
Y tras esta fundamental
confesión atípica,
paso a describiros una anécdota
insólita.
Tras una larga y recalcitrante
noche
en el infierno terrenal del
Hospital
por una falsa alarma que
resultó negativa,
me acosté de madrugada…
Y ahora sí voy derecho a la
anécdota:
“estoy vestido de monaguillo en
misa,
cuando el cura se sienta,
yo a su lado, con el ordenador
a mano,
debo poner música al evento.
Voy probando canciones sin ver
los títulos
y solo por el oído las dejo o
las quito.
Me doy cuenta de seguida
que tanto niños como niñas
se han puesto de pie y bailan
al son de la música.
Le hice un guiño afirmativo al
cura
y como ya resultaba larga la
misa
me dijo que parara la música.
Yo, por lo bajito, ”señor cura
¿tengo que llevar al santo al
altar?-
y el cura me contesta -Al santo
no, al mártir-
-Vale señor cura, pero ¿dónde
está?
porque he oído decir que en
todas partes,
pero como no lo veo, si usted
me ayuda,
no perderemos tanto tiempo
buscando-
-pues qué no lo ves ahí hijo,
tapado con el manto-
Y en ese momento he alargado el
brazo
y me he cargado un bonito
retrato
que permanecía por años en mi
mesita de noche.
Se ha roto ese especial momento
espiritual,
pero su rescoldo, sobre todo la
felicidad de los peques,
me ha servido de
reconstituyente
tras noche amarga en el Hospital General de Alicante.
San Juan 17 Diciembre 2019
Jesús Gandía Núñez
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