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domingo, 22 de diciembre de 2019

UNO ENTRE CUARENTA MIL



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UNO ENTRE CUARENTA MIL

Las casas llenas de luces y guirnaldas,
las calles del pueblo de luminosos colores,
suena por todas partes la música navideña
y al resguardo de un cajero acude un miserable.
Lleva a cuestas una bolsa y una manta,
enterrada en ella todo su patrimonio.
Arrastra como puede un cartón enorme
y una tristeza horrible en la mirada.
Para Tomás, otra noche entre muchas solitarias,
olvidado de amigos y familiares desde hace años,
no distingue entre clases “de noche buena o Semana Santa”
solo entiende de noche fría o congelada.
Siente en el fondo lo precario de su existencia;
pero se acostumbró a las noches eternas
y a los días de lluvia y viento amargos.
Ahora es como un robot liberado, sin control,
con el único pensamiento de encontrar un caldo.
Cuando lo consiga lo degustará sin prisas
intentando que el calor le dure hasta la madrugada.
Va desapareciendo la gente de las calles
y Tomás se queda dentro del cajero acurrucado,
ya ni siquiera le llega la música de los villancicos,
arrastra tanto cansancio, que cerró los ojos hace rato.
Y sigue la fiesta en las casas por todo lo alto,
mientras en nuestra España cerca de 40.000 sin hogar están congelados,
al son de canciones de paz y felicidad, sin que nadie se conmueva.

Elda 22 Diciembre 2019
Jesús Gandía Núñez


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