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HABITACION PARA CUATRO
Quien me iba a
decir a mí,
anoche, cuando nos
acostamos,
que a las cuatro
de la madrugada
tendríamos
invitados.
Sentí llegar al
enemigo,
y avisé a mi
compañera
que una patrulla
aérea se acercaba,
y planeaba sobre
nuestras cabezas,
con intenciones
malsanas.
Se me encendieron
todas las alertas
y visualicé dos
mosquitos
enormes como
golondrinas,
hice el remolino
con la chaqueta del pijama
y conseguí plasmar,
de uno de ellos,
en la pared su
figura, de muy fea estampa.
Pero siguió
planeando el otro
feroz, como un
águila,
y a pesar de que
quedé alerta,
no conseguí
capturarle
y mis ojos y mis
oídos
se desquiciaron en
la tarea.
Son las seis y
media
y sigo haciendo el
remolino con la chaqueta
o más bien, el idiota sin sentido,
porque el
sanguinario bicho se ríe y se mofa
y solo pone su
helicóptero en marcha
cuando me vuelvo a
meter en la cama.
¡Casi perdida la
batalla,
decido que mañana
será otro día
y que con suerte se
hará justicia!.
Pasamos el resto
de la noche
contando
musarañas,
y me rindo con
bandera blanca,
dejando que
nuestro cuerpo,
sea pasto de la
infernal alimaña.
Pero a las siete y media, cuando penetran,
los primeros rayos de luz por la ventana,
cambia el signo de la batalla,
y consigo, al último intruso dar caza,
ajusticiándolo como se merecía.
Quedó la habitación despejada
y por fin solos y con la calma necesaria,
pudimos celebrar
el setenta aniversario de mi dama.
Elda 15 Septiembre 2021
Jesús Gandía Núñez
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