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Depredadores
Con la tibieza del sol de la mañana
curtiendo mi blanca piel delicada
y junto a un enjambre de avispas
que igual me entretienen que me atacan,
paso mis horas amargas sobre la hamaca.
Me acompañan dos pinos de mi talla,
objetos principales de tanta avispa brava;
no se si buscarán su olor a resina
o alguna vitamina que las entusiasma.
No me queda mas remedio
que defender mi puesto de guardia.
Coloco varios tarros de agua
y mientras van cayendo
y mientras van cayendo
me dejan tranquilo en mi hamaca.
Seguimos siendo depredadores,
para asegurar nuestra casta;
acabamos con los seres inferiores
sin pensar si luego nos harán falta.
Elda 16 de Noviembre de 2017
Jesús Gandía Núñez
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