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UN BOMBÓN AZUCARADO
Su piel era extremadamente
dulce,
casi como el algodón de azúcar,
y empecé a devorarla con
avaricia
con besos que estremecían.
Sus cabellos castaños flameaban
como banderola ensangrentada
sobre un estandarte de guerra;
y lo utilicé para declarar mis
deseos.
Eran sus ojos dos órbitas
lunares,
Iluminados por una luz solar de
fuego
impregnados de enormes temores,
pero siempre dispuestos al
vuelo.
Su cuerpo se resistía con
lamentos
a que aquellos momentos
acabaran
y tuve que insistir en mis
besos
hasta que dio fin la romántica
pesadilla.
El sueño fue tan profundo por
el universo
que las estrellas salieron al
encuentro
y los dioses nos dieron sus
bendiciones
porque jamás un amor viajó
hasta tal extremo.
Elda 16 Enero 2020
Jesús Gandía Núñez
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