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AL
POCICO ALONSO
Sábado
a las nueve de la mañana,
cruzamos
el pueblo andando desde casa
hasta
el instituto de la Melva,
pasamos
bajo el paso del tren
y
por el “barranco del derramador” enfilamos.
Antes
de llegar a la casa de los perros,
nos
desviamos a la izquierda
dejando
paso a un tractor agrícola,
conducido
por un señor octogenario,
que
se dispone a labrar un campo de oliveras.
Nosotros
seguimos cuesta arriba,
escuchando
algún que otro disparo
que
de vez en cuando nos sobresalta,
pues
ni creo que aún sea temporada de caza,
ni
tampoco que pueda hacerse los sábados.
Enfilamos
el sendero más alto,
ya
camino del Pocico Alonso,
y
faltando muy poco para hora y media
y algo acongojados por la sequía del pozo
llegamos a nuestro destino.
No
se ha producido ningún milagro
desde
la última vez que lo visitamos;
solo
se escuchan leves rumores de los veteranos,
amantes
de este rincón privilegiado,
donde
solo las sombras de los pinos plantados
quedan
como muestra y huella de su trabajo.
Elda
22 octubre 2022
Jesús
Gandía Núñez
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