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NOCHE
INFRUCTUOSA
Acabo
de leer una poesía
que
me ha traído recuerdos
de
una escena fatídica.
La
que debió de ser una noche romántica
en
un mundano hotel de Castilla
tras
un hermoso día,
recorriendo
los Galayos,
se
convirtió en una histeria colectiva.
Nada
más entrar en la habitación
y
ver la cama tan vieja y antigua,
que
parecían las fotografías de mi abuela,
se
me quedaron temblando las piernas.
Y
cuando al arrullo de las sábanas
recorría
la piel de mi pareja,
un
murmullo de rudos mineros
se
adentró por nuestras orejas.
Pensamos,
que sería algo puntual,
y
que aquel ruido de vagonetas
desistiría
a media noche.
¡Pues
al contrario queridos!
Sin
previo consentimiento,
se
fueron sumando mineros
a
nuestras sensibles orejas,
El
romanticismo acabó en locura,
sin
poder concentrarnos en la faena,
y
hora tras hora, siguió su tarea
la
inoportuna y maldita carcoma.
Hasta
que empezó a levantar el día
y
me vestí a toda prisa
anunciándole
a la directora,
que
visitaría a la guardia civil,
y
le pondría la denuncia que merecía,
por
tener en la cama, clandestina,
una
colonia de carcomas.
Me
pidió conmiseración la señora,
diciéndome
que ella no lo sabía,
y
suplicó disculpas
por
la noche de pesadillas.
Jamás
me vi tan enfurecido
por
el cruel atropello nocturno,
y
si no llega a ser por mi esposa
la
habría mandado a la sepultura.
Elda
7 octubre 2022
Jesús
Gandía Núñez
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