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LA PROFESORA YA LO INTUYÓ (La misericordia)
Josefa estaba leyendo una noticia en el periódico “El joven Emilio
Fajardo, hijo del reconocido Doctor José Luis Fajardo, ha sido encontrado
muerto en la habitación de un motel de la Costa Brava donde pasaba el fin de
semana. Se cree que murió por una sobredosis de barbitúricos”.
Josefa se estremeció al recordar a su alumno Emilio, a quien
estuvo dando clase durante tres años. Recordaba la piedad que por entonces ya
sentía por él. Un muchacho creído que siempre menospreciaba a sus compañeros de
clase. Que no conseguía hacer más amigos que aquellos que se aprovechaban de
sus invitaciones, gracias al nivel económico de su familia. Por lo demás era un
solitario.
A la profesora le vinieron a la memoria aquellos instantes, que en
clase, Emilio intentaba sobresalir sobre sus compañeros, y los humillaba con
lujos extremos, orgulloso de su material de lujo y su vestimenta cara y de reconocidas
marcas. Un chico presumido de un especial halo sobrenatural que, posiblemente,
le podía jugar una mala pasada en el futuro.
Ella, había intentado bajarle los humos, con misivas a sus padres
para que su soberbia decreciera; pero solo consiguió que Emilio, cansado de las
continuas reprimendas de sus mentores, le pidiera a su padre que lo cambiara de
escuela con la excusa de que la profesora le tenía manía persecutoria.
Ahora, cuando ya habían pasado 15 años, Josefa recordaba aquel
muchacho, para el que había intuido un futuro complicado y por el que luchó y
rogó, durante los 3 años que lo tuvo en clase, para enderezar su
comportamiento. Quizás debía haber actuado de otra forma con Emilio
cuando era todavía un chiquillo.
Solo con la piedad y la misericordia no se endereza un árbol joven
torcido. Hace falta una buena guía que lo enderece.
Elda 7 Abril 2020
Jesús Gandía Núñez
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