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¡QUIÉN TUVIERA ALAS!
Dos mirlos se acoplan y penden
en equilibrio sobre el filo de
un cable,
sorprendidos del silencio en la
calle;
y la escasez de vehículos que
pasan.
Intensifican su constante
canto,
creyéndose dioses del hábitat,
dominadores desde su atalaya
y en ausencia de ruidos que
amenacen.
En su trinar, transmiten
beneplácito
sosiego de calma, un bienestar
de paz
que nos relaja, y que
necesitamos
para poder soportar tan enorme
carga.
¿Quién fuera mirlo y volara,
quién pudiera estrenar alas?
¡Volver a la libertad de
antaño!
¡Y sobrevolar esta manada de
alimañas!
Elda 26 Abril 2020
Jesús Gandía Núñez
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