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viernes, 24 de abril de 2020

RUIDOS DE ALTURA



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RUIDOS DE ALTURA

Son sonidos que escucho en la azotea;
con los ojos cerrados, desde aquí arriba,
se oye una moto en la lejanía,
pero cerca, continuos ladridos me martirizan.
Se han convertido en este confinamiento,
los perros, en seres privilegiados de primera,
y gracias a ellos lo son también sus dueños,
que pueden salir cuando quieran.
Aquí muy cerca de mi azotea, compiten
de forma angustiosa, un perro y una cotorra,
el perro ladra y la cotorra le contesta,
y así pasan horas sin que nadie les reprenda.
En la esquina de arriba, está el macho alfa,
que es el dueño de la manzana;
cada vez que pasea un perro por la calle,
le amenaza, con ladridos como si lo devorara.
Menos mal que también hay armonía,
de dulces gorriones que revolotean,
y no quiero olvidar el zumbido de las abejas
que laboran sin descanso entre las plantas.
De tanto en tanto el motor de un coche cruza la calle
lento sin prisa, atemorizado por el perro alfa
y entre campanadas que marcan las horas,
me amodorra, la suave brisa que me acompaña.
Las tardes son algo más tranquilas,
hasta que a las ocho nos da por hacer palmas
y suenan las sirenas que revolucionan al vecindario,
para terminar la tarde con "Resistiré del “Dúo Dinámico”

Elda 24 Abril 2020
Jesús Gandía Núñez

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