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AL CARACOL
Baja el caracol tan campante
por la ladera,
nunca sintió esta soledad tan
larga,
este espesor de matorrales y
hierba;
él, no es consciente de la
pandemia.
Nadie en el camino que le
moleste,
ni siquiera el ruido de una
piedra
que pudiera mover un caminante;
pero seguro que algún experto
anda cerca.
El caracol, huidizo siempre del
hombre,
hoy lo extraña, y lo echa en
falta;
es la cita anual entre
conocidos,
que en el mes de mayo nunca
falla.
Al fin se produce el
“encuentro”,
y como en procesión de semana
Santa
al pobre caracol lo sacrifican
y lo convierten en mártir que
babea.
Será para el caracol un destino
digno,
cuando lo hierva y purifique la
cocinera,
añadiendo un sabor exquisito a
la paella,
y haciendo disfrutar al
comensal que lo espera.
Absorberá con avaricia el caldo,
mirando al cielo,
extraerá su sabrosa carne con
destreza,
cargada de aromas a tomillo y romero
y terminará cerrando los ojos y
chupándose los dedos.
Elda 14 Mayo 2020
Jesús Gandía Núñez
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