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viernes, 6 de noviembre de 2020

TERROR EN LA COCINA

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TERROR EN LA COCINA

En la despensa de un restaurante

de tres relucientes estrellas,

compartían bol distinguidos vegetales.

A saber: una cebolla de Villena,

un tomate de la vega “granaina”,

un pimiento verde y otro rojo

de la ufana huerta murciana

y unos hermosos ajos de Pedroñeras.

Todos estaban algo incómodos

junto a olores que no deseaban

y comenzó una tribal disputa.

La cebolla decía que era primordial en la fritura,

el tomate que sin su jugo nada se condimentaba,

el pimiento rojo que sin su color

parecería el plato una losa de tumba,

el pimiento verde que le daba un tono ecológico

y los ajos se reían de todos

asegurando que sin ellos

nunca resultaría un plato sabroso.

Y en estas cuitas andaban,

cuando el cocinero agarró firme a la cebolla,

la desnudó por completo

y la troceó en mil pedazos.

Ante semejante salvajada

los demás vegetales

intentaron ponerse a cubierto,

pero fue tan grande la decisión del cocinero

que ninguno escapó al filo de su cuchillo.

Atemorizados y diseminados por el miedo,

al ver el aceite hirviendo,

suplicaron merced al cocinero,

al que le caían grandes lagrimones,

no de lástima sino de la cebolla cortada,

y todos fueron abocados a la sartén sin consuelo.

Los salteó el cocinero con mano maestra

y una vez bien revueltos

se dieron cuenta de que juntos

constituían un sofrito exquisito.

Ya me gustaría a mí que en nuestra piel de toro

se dieran cuenta las comunidades

que todas unidas resultamos especiales.

Elda 6 Noviembre 2020 – Jesús Gandía Núñez

 


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