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ACEPTAR LAS DIFERENCIAS (Cuento)
Vivían alrededor de la isla de Java, en el océano índico,
la gran tortuga DANA y el cachalote pigmeo TINO, ambos compartían un territorio
privilegiado y a pesar de ser especies diferentes se compenetraban muy bien
haciendo cabriolas en aquellas transparentes aguas.
Pero un día DANA, tuvo la necesidad de regresar a desovar a su lugar de nacimiento, la playa
Escobilla de Oaxaca (México) en el océano Pacífico, a una considerable
distancia de donde estaban.
Al principio TINO, la siguió creyendo que era un nuevo
juego que se había inventado DANA, pero conforme se alejaban de su isla
preferida no comprendía aquella actitud de su amiga la tortuga.
Cuando ya llevaban muchas leguas mar adentro el fiel cachalote
de más de tres metros de longitud empezó a preocuparse por su amjga, en la
creencia de que se cansaría de nadar tantas millas, pero DANA no daba ningún
síntoma de cansancio y seguía firme la dirección que tenía plasmada en su
memoria, aquella bonita playa Escobilla, donde vio por primera vez el color
azulado del océano.
Pasaron muchas jornadas y un sinfín de peligros
durante aquella travesía, pero ambos resistían y regateaban todos los
problemas.
Así llegaron cerca de Escobilla y DANA no sabía muy
bien como explicarle a su amigo que tenía que ir para desovar a la arena. Por
fin se decidió y una noche, oscura y sin luna, comenzó a caminar por la arena hasta
que donde le pareció el sitio más indicado, hizo un gran agujero con sus
fuertes patas y se acopló en el, depositando su preciada carga de más de 100
huevos.
Mientras tanto TINO, algo molesto y muy confundido, no
entendía que su amiga lo hubiera dejado tanto tiempo solo, y daba saltos en el
agua muy nervioso. Pero la tortuga acabó su puesta y la cubrió con la arena
para evitar que alguien descubriera sus huevos. Y a continuación se reunió de
nuevo con su amigo TINO.
Éste en lugar de reprocharle nada, danzó a su
alrededor lleno de alegría, dando suaves coletazos y formando bellas figuras a
las que DANA aplaudía con sus patas delanteras.
Y así, continuaron los dos amigos surcando todo el
Océano Pacífico, en busca de su maravillosa isla de Java en el Índico, a donde llegaron
sin más contratiempos.
Y este pequeño suceso no es más que un ejemplo de que
podemos convivir tanto con los que piensan o viven como nosotros, como con los
que discrepan por tener otro color o cultura.
Elda 3 Agosto 2021
Jesús Gandía Núñez
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