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TU PIEL MARINERA
Todo comenzó en
la raíz de tu cabello
que lo mecía el
viento,
como pirata a
barlovento,
que huye de sus
felonías.
Deslicé con
delicadeza mi mano
bajo tu tupida
nuca,
suave, como se
mueve una vela
cuando la alcanza
la brisa.
Recorrí, de tu
espalda la primera milla,
con la timidez
del polizón
que se esconde en
el barco
para lograr la
travesía.
Insistí en mis
caricias
hasta llegar a la
curva de tu popa,
donde recalé con
pericia
sobre la redondez
de tu globo terráqueo.
Giré a babor,
cambiando de ruta
y divisé dos
montes que se elevaban
sobre un océano
pacífico
que hechizó mis
sentidos.
Osado y
aventurero, ascendí por ellos,
con la avaricia
del hambriento
y embelesado por
su hermosura
aterricé en cada
una de sus cimas.
Seguí navegando
con soltura,
buscando el
vértice de tus costas,
donde pudiera
echar el ancla
hasta que
alcanzáramos la gloria.
Se desató una
fuerte tormenta
de truenos y
rayos
y zozobramos
sobre cubierta,
como
principiantes, en su primera travesía.
26 Agosto 2021
Jesús Gandía Núñez
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