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LOS ÚLTIMOS MORADORES
Subida rutinaria a Loma Badá
en un día espléndido y otoñal
con un cielo azul sin
imperfecciones.
Tras lograr superar los muretes
que defienden su cumbre oeste
y recobrar el aliento que ya
nos faltaba,
apareció como un relámpago,
un escurridizo zorro de cola
emboscada.
No tuvo paciencia la alimaña,
para saber si éramos gente
armada,
y con el sigilo de una víbora
desapareció por la barrancada.
Más arriba y disfrutando de la
panorámica
pudimos divisar una solitaria
cabra,
con monumental cornamenta y
exagerada barba.
El animal se encontraba en la
grieta,
defendiendo el paso que la
atravesaba;
no se canteó de su altivo
emplazamiento;
y nosotros para no perturbarla,
cruzamos la grieta saltando el
roquedo
por el lugar donde vimos menos
riesgo.
Bajamos asombrados de huéspedes
tan raros
porque siendo como somos
habituales de la Loma,
hasta ahora solo la
compartíamos, con conejos y pájaros.
Bienvenidos zorro y cabra, a
esta montaña olvidada;
os prometemos respeto y no
alterar vuestra morada
encantados de que os asentéis
en esta Loma agrietada.
Elda 29 Octubre 2019
Jesús Gandía Núñez
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