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RISAS EN EL CEMENTERIO
Los acontecimientos me habían
superado,
nunca habría imaginado morir de
una carcajada,
ni encontrarme a mi amigo de la
infancia Ferrán
de sepulturero con semejante
cara estirada.
Porque lo de Juanjo fue una
fatal tragedia,
ya que había sido de joven un
Adonis atleta,
y parecía imposible que hubiera
sucumbido,
en la cama de un burdel, tras
una noche de fiesta.
Pero encontrarme a Ferrán en el
cementerio
que era el tío más cachondo de
la escuela,
un payaso de circo que hacía
reír a las papeleras
y contagiaba la risa cada vez
que estornudaba;
no me hago a la idea, de verlo
enterrando calaveras.
¡Ay Ferrán! qué cambio tan
rancio de papeletas,
tú de enterrador y yo que era
como de cartón piedra,
insisto, en querer escribir
comedias.
¡Así que resérvame un nicho en
la platea!
donde detalle no me pierda,
pues quiero ver a los
esqueletos en una noche de juerga
y no me gustaría perderme esa
fiesta.
Porque los momentos más
hermosos
se fabrican bajo tierra, cuando
el telón se cierra.
Ya verás como nos reímos con
Juanjo
cuando vea que ya no dispara su
escopeta.
Y alguno que me conoce se reirá
a mi costa
cuando mi familia diga “ lo
bueno que yo era”
porque sabe que les dejo un
puñado de deudas
y un cubo repleto de comedias,
por si a alguno le apetece,
morir de risa con ellas.
Elda 24 Octubre 2019
Jesús Gandía Núñez
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