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A LA MATRIARCA
Primero eres niña, tierna,
inocente, atrevida,
delicada y capaz de embelesar
con tu sonrisa;
portadora de unos genes que
producirán vida;
convencida de que el mundo es
fantasía.
Después, jovencita, confiada y
responsable,
hasta que descubres con horror,
las trabas,
que como mujer, te condicionan
y obstaculizan.
Y empieza un tránsito duro, una
difícil tarea,
para nivelar la balanza, tan
desajustada.
Te conviertes en mujer adulta,
capaz de manejar la familia.
Pero no cederás derechos, que
en su día costaron vidas,
seguirás persiguiendo que se os
tenga en cuenta,
que el potencial femenino sea
igual al masculino
y se haga presente el valor de
la mujer que procrea.
Señora de tus decisiones y
firme en tus convicciones
no permitirás que nadie os discrimine o ignore,
ni que crea que por ser mujer
carecéis de inteligencia.
Ya es tiempo, tras 2000 años de
lucha, que dejéis de ser víctimas.
En tu madurez, tienes la
serenidad y la calma,
para imponer tu amor por encima
de impertinencias,
sacrificas tu bienestar por el
bien de tu prole
y eres la matriarca que
transmite los más tiernos sentimientos.
Por todo ello mujer, eres el
auténtico símbolo y bandera,
al que deberíamos cubrir de
alabanzas,
cuidar con esmero y mimo,
¡Y OBSEQUIARTE CON MIL ABRAZOS CADA DÍA!
con el mayor respeto y cariño.
Elda 3 Marzo 2020
Jesús Gandía Núñez
Este obra está bajo una licencia de Creative Commons Reconocimiento 4.0 Internacional.
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