1115
NI SIQUIERA UNA DESPEDIDA
Por fin el sol taladró las
telarañas
que no nos permitían vernos las
caras,
aunque sea desde la terraza o
la ventana,
hoy el sol nos cargó de
energía.
Parece mentira lo que el cielo
azul
influye en nuestra prisión
diaria.
Cómo el sol y la claridad
iluminan
y nos sacan del ostracismo
grisáceo
que intenta socavar la resistencia
con que defendemos nuestra casa.
Hoy volvemos a ser conscientes
de que venceremos al
“bicho" sin duda,
de que por muy invisible que
sea
lograremos un día su
exterminio.
Esta guerra tendrá un alto
coste;
muchas serán las víctimas
caídas,
sobre todo abuelitos inocentes
que quedarán abandonados,
a una suerte injusta, por falta
de ayuda.
Hoy sí que lo veo todo muy
claro,
la luz del día refleja la
batalla en el espejo;
y no me gusta nada todo lo que
veo
lágrimas de coraje y rabia
contenida;
son familias de las víctimas
que han caído,
ausentes, sin apenas despedida,
sin más consuelo que un rictus
de tristeza,
y su impotencia por no poder
salvarlos, del maligno bicho.
Elda 29 Marzo 2020
Jesús Gandía Núñez
Este obra está bajo una licencia de Creative Commons Reconocimiento 4.0 Internacional.
No hay comentarios:
Publicar un comentario