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CONVERTIDOS EN MUEBLE DE EBANISTA
Los dueños de la casa habían
salido,
Dios les concedió un viaje
eterno al paraíso;
eran dos viejecitos enamorados
de las letras
y tenían la estantería a
rebosar de libros.
Cuando pasaron
varios días sin que nadie
leyera los libros o los cogiera,
se sintieron abandonados, como
en un exilio;
sobre todo el gran estante de
los poetas.
Salió Quevedo de su hueco, y
todo atrevido,
se dirigió a sus compañeros y
les dijo:
-¿No creéis que estamos
perdiendo el tiempo?-
Y Antonio Machado le contestó
al vuelo:
-¡Pues salgamos de nuestros
puestos y circulemos!—
Asintieron a coro los poetas
del noventa y ocho:
-¡Nos ahogamos de estar tan
apretados!
Salgamos y demos una vuelta por
el pasillo.-
-¡Caray que bien se respira en
la ventana de la salita!-
-¡Vaya, mirar lo que hay en la
estantería de arriba!
son escritores de solera,
Cervantes, Lope de Vega,
y una Pléyade de magníficas
novelas,-
Quevedo regresó a la estantería
y animó a sus colegas:
-¡Bajar y daros un garbeo y
veréis cuántas historias!-
Le hicieron caso y cada uno
tomó una iniciativa.
Algunos dialogaban con los
escritores más conocidos,
otros optaron por parlamentar
con los noveles,
y un grupo, decididamente se
quedó sobre la mesa,
pensando que así sería más
fácil que eligieran su lectura.
Aquella rebelión de los libros
tuvo sus consecuencias.
cuando llegaron los nuevos
herederos-propietarios
y vieron el desorden que había
en la biblioteca;
optaron por poner cristales a
la estantería
quedando los libros relegados a
mueble de ebanista.
Solo se salvaron los que habían
sobre la mesa;
que desgraciadamente fueron
directos a la papelera.
Y es que los nuevos dueños solo
veían telenovelas.
Elda 4 Marzo 2020 – Jesús Gandía Núñez
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