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LA DIOSA VANIDOSA
Como una linda
gota de rocío,
misteriosa como
algo celestial y eterno,
insidiosa y como
ninguna atractiva
se mostraba la
bella Angelina.
Vestía con una
túnica de seda,
una pamela con una
preciosa rosa,
deslumbrando, con
su gran belleza;
pero su mirada
atrevida
y su actitud
decidida,
cubría su espectro
de tal misterio
que atemorizaba y
producía desasosiego.
Angelina era, como
una diosa del Olimpo,
y con su poderío
podía tener a sus pies un imperio,
con solo una
palabra, movía corazones
que antes eran de
hielo.
Pero, siempre
existe un pero,
y era… su lánguida
y alargada sonrisa,
que oscurecía todo
lo que la rodeaba,
sin permitir que
brillara quien la acompañara;
solo la diva se
adornaba con una aureola
que cubría su
rostro, de rayos luminosos,
y burbujas doradas,
provocando en los
demás suprema envidia.
Angelina solo fue
diva por unos años,
pronto desapareció
su aureola
y con ella el
brillo que lucía;
se dio cuenta que
en su tez crecían
los surcos que nos
produce la vida
cuando el
sufrimiento atosiga.
Lástima de diosa,
lástima de aureola,
que el tiempo
cubrió de espinas,
y de la sonrisa
que no podía esconder
la enorme vanidad
que la corroía.
Elda 13 Enero 2021
Jesús Gandía Núñez
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