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domingo, 10 de enero de 2021

LA RANA LUCI Y EL SAPO PERUCHO


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LA RANA LUCI Y EL SAPO PERUCHO

(Cuento infantil)

 

En una balsa-estanque, vivían la rana Luci y el sapo Perucho, ambos muy queridos por los habitantes de aquel pequeño pueblo, casi una aldea, con tan sólo una treintena de personas, la mayoría pasaban de los setenta años, pero todos muy amantes de su tierra.

Solamente tres niños en el pueblo; los hermanos Sergio y Esteban y la pequeña Luzmila. Los tres con menos de 10 años seguían a diario las andanzas de Luci y Perucho, que casi eran de la familia.

Los niños se desplazaban en el autobús de línea, cada día , hasta la escuela que estaba en el pueblo cercano, pero a su regreso hacían su visita al estanque y contemplaban absortos los movimientos de los dos anfibios. Y éstos acostumbrados a sus caras, ni se inmutaban, más bien gozaban con su compañía.

Todo cambió en el pueblo cuando uno de sus habitantes abrió una casa rural y la publicitó en Internet. Aparecieron forasteros los fines de semana y se perdió la tranquilidad del pueblo. Comenzaron a circular vehículos por las calles y los niños tuvieron que recluirse en las casas para sus juegos, por miedo a los atropellos.

El primer lunes que volvieron los peques de la escuela, cuando se acercaron a la balsa, se dieron cuenta que habían desaparecido Luci y Perucho. No sabían qué había ocurrido y se pusieron de acuerdo para indagar entre los demás vecinos. Sergio y Esteban, preguntando disimuladamente, se enteraron que unos jóvenes habían estado tirando piedras a la balsa y quizás asustaron a los dos anfibios que probablemente salieron huyendo de aquel paraíso ultrajado por los turistas.

Por su parte Luzmila supo que su madre estuvo reprendiendo a los jóvenes que tiraron las piedras al estanque, quienes se marcharon corriendo, pero el mal ya estaba hecho.

Al fin, los tres niños se confabularon para buscar por los alrededores, por si era posible restituir a la rana y al sapo a la charca. Pero todo fue imposible, no pudieron encontrarlos.

Así pasaron hasta 15 días, que habían sido muy lluviosos, y al no acudir forasteros al pueblo tanto Luci, como Perucho, volvieron a la charca con gran alborozo por parte de los tres niños.

Los padres de Luzmila hablaron con su paisano de la casa rural y llegaron al acuerdo de que pondría un gran cartel donde se prohibiera tirar piedras al estanque. Y desde aquel día volvieron a convivir en buena armonía los niños y los anfibios de aquel pequeño pueblo donde la tranquilidad y el silencio había sido su bandera.

 

Elda 10 Enero 2021

Jesús Gandía Núñez

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