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RAÚL Y EL LOBO BLANCO I (Cuento infantil)
Entre los pueblos más elevados de los Picos de Europa
se había corrido la voz que existía un lobo blanco que devoraba al ganado. Todos
los ganaderos temían al lobo y éste por su parte huía de los pastores y sus
perros.
En vista de las bajas de ovejas que se encontraron
muertas, hubo una reunión de los pastores de la comarca. Allí se decidió poner
trampas para cazar al lobo blanco, un animal noble, pero carnívoro.
Cuando llegó a su casa el padre de Raúl, le comentó a
su esposa delante del chico, lo acordado en la reunión de pastores y que además
se iba a hacer una gran batida por los alrededores para acabar con aquel animal
salvaje.
Raúl desde pequeño, había sido un enamorado de los
animales. Su padre tenía varios perros que siempre lo acompañaban con el
ganado, pero en su casa había otro perro, que se llamaba Llum, que no tenía la
agilidad de los otros para conducir el ganado y por esa razón solo cuidaba la
casa. Era un enorme perro, pero de buen carácter, y a veces cuando Raúl salía
al campo lo acompañaba.
Un domingo que Raúl no tenía escuela salió con Llum a
dar una vuelta por el bosque, y el perro que no solía ladrar habitualmente,
comenzó a gruñir y a inquietarse. Se dirigió a una ensenada junto al arroyo, y
Raúl lo siguió extrañado. Allí estaba el lobo blanco, al que tanto detestaban los
pastores, herido y sujeta su pierna por una trampa. Al animal apenas le
quedaban fuerzas para intentar liberarse del cable que lo oprimía, debía de
estar allí muchas horas apresado. Raúl y
Llum se acercaron con cierto miedo, pero al ver como sangraba el lobo por la
pata que tenía prendida del cable, Raúl intentó con amables palabras calmar al
animal para aflojar el cable y soltarlo. Aunque al principio el lobo estaba
receloso, pronto se dio cuenta de las buenas intenciones del chico. A todo esto
Llum estaba muy atento por si el lobo agredía a Raúl.
Al fin el chico consiguió soltar al hermoso lobo
blanco y éste cojeando se volvió, y antes de desaparecer entre el bosque les
mandó una mirada de agradecimiento que Raúl le devolvió con un gesto de adiós con
la mano en alto.
Raúl y Llum, regresaron a casa sin contarle nada a
nadie, y para siempre quedó en su memoria el secreto de la angelical mirada con
la que se despidió su amigo el lobo blanco.
Elda 26 Enero 2021
Jesús Gandía Núñez
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