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sábado, 9 de enero de 2021

UN CAMIONERO EN APUROS (Cuento creado en medio de la borrasca Filomena)

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UN CAMIONERO EN APUROS

(Cuento creado en medio de la borrasca Filomena)

Luis, que era camionero, regresaba de Alemania, donde había descargado naranjas en unos grandes almacenes hortofrutícolas. Volvía muy enfadado porque había sido un viaje improvisado por la empresa para la que él trabajaba, que no le había permitido estar en casa el día de Reyes y asistir con su esposa a ese momento mágico, donde los niños se relamen de alegría, cuando al despertar se ven rodeados de los juguetes que más deseaban.

Pero Luis andaba un poco mosca, porque las noticias no paraban de hablar de la borrasca Filomena, con la cual se iba a encontrar a su paso por Cuenca si se cumplían los pronósticos.

Debía atravesar la serranía para volver a casa, porque era la carretera más corta y menos frecuentada. Así que cuando la nevada estaba en su momento más álgido, Luis y su camión circulaban en solitario sin más compañía que la nieve que arreciaba.

Llegó un momento que vio que la conducción peligraba y decidió parar en un desvío a la derecha, donde una pista de montaña le permitía aparcar sin obstaculizar a cualquier vehículo que quisiera pasar.

El camionero renegaba por su mala suerte, pero al hacerse de noche observó no muy lejos como una luz se encendía, seguramente era una casa en medio del bosque. Después de una larga hora parado y como la pista era ancha, se decidió a arrancar de nuevo el camión para acercarse a la casa, por si le podía servir de cobijo. Conforme se acercaban, apreció unos síntomas raros en el camión, como si éste bostezara. Tanto fue así que a cien metros de la casa, su compañero durante más de diez años, el camión, por primera vez le habló  -"Jefe, no nos estaremos metiendo donde no debemos, mira que no sabemos quién habitará ahí adentro y podría ser una pesadilla, yo preferiría estacionar en la soledad de los pinos, antes que tratar con personajes desconocidos que en la noche me provocan desconsuelo”. Luis se había quedado de piedra al oír como su camión, pues no había nadie más a su alrededor, hablaba con aquel desparpajo. Se asustó y retomó los mandos del vehículo creyendo que todo fue un ligero sueño.

Avanzó unos metros más hasta llegar a la casa y el camión volvió a hablar de nuevo -“Jefe esto no me gusta nada, me huele a chamusquina". De nuevo Luis se sobresaltó y sin darse cuenta comenzó una conversación con su camión - “Algo tendremos que hacer, con la nevada que está cayendo no podemos seguir circulando por la carretera, es un peligro; por lo menos aquí, como parece que vive alguien, quizás podamos pasar la noche a cubierto". Pero el camión no cejaba en que era una mala idea tocar a aquella puerta que oscura y medio desvencijada no prometía nada bueno.

Luis bajó del camión y tocó a la puerta varias veces, porque nadie contestaba; al fin apareció un viejo con barba y un sombrero negro, con cara de pocos amigos -"¿Qué se le ha perdido por aquí?”, dijo el viejo. Pero Luis algo atemorizado por aquel aspecto tan siniestro, apenas conseguía que le brotaran las palabras. Tartamudeo -"Co…co..como nieva tan…tanto, no…no…no podemos cir…cu…cu...lar, y he pen…sa...sa...do que quizás po…po…dríamos pasar la no… no..che en su ca… ca…casa". El viejo hizo un mal gesto y contestó -"Solo dispongo del pajar, si quiere pase el camión dentro y se acomode como pueda". Luis le dio las gracias, abrió el gran portón del pajar y acto seguido introdujo el camión en su interior. El camión volvió a hablarle -"Menos mal porque creí que me ibas a dejar tirado fuera, a expensas de las alimañas”. Luis no sabía ni cómo, ni por qué su camión hablaba y entendía todo lo que decían y estaba muy extrañado cuando oyó otra voz, ahora femenina, que le saludaba y le daba las buenas noches; como es natural se sorprendió otra vez, porque allí solo había una vaca. El camionero empezó a darle vueltas a la cabeza, creyendo que se estaba volviendo loco, pero mientras tanto su camión y la vaca generaron una conversación que duró hasta la madrugada.

Ya no cabía duda, en medio de aquel bosque mágico existía algún poder sobrenatural que permitía el uso del lenguaje a cualquier ser o cosa que tuviera movimiento. Cuando llegó a esa conclusión no fue capaz de pegar ojo, pasó toda la noche en vela, escuchando a la vaca anfitriona y a su camión con un diálogo continuado. No se atrevía a mediar en la conversación ni a preguntarle a la vaca por su dueño, pues podía ser un brujo o un mago, pero por lo que escuchó, dedujo que en aquel bosque hasta los árboles, cuando el viento los movía, también hablaban.

Por fin Luis cayó vencido por el sueño y cuando despertó al amanecer, se dio cuenta que seguía aparcado en la pista que había junto a la carretera, por lo visto todo había sido un mal sueño por la cantidad de horas que había estado conduciendo.

Al poco rato, vio cómo por la carretera pasaba la máquina quitanieves y le dejaba el trayecto limpio y libre para poder regresar a su casa. Reemprendió el viaje y una vez con su familia, y después de comprobar que su camión ya no hablaba, les contó a sus hijos el extraño caso que le había sucedido en “ El bosque mágico “ y en medio de aquella borrasca.

Elda 9 Enero 2021

Jesús Gandía Núñez

 

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