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CONCLUSIÓN FATÍDICA
Primero tuve que dejar las
carreras,
a continuación le tocó al
tenis,
a la trepada por aristas
y por último a la montaña de
altura.
Pero no quedó ahí el recorte
también me tuve que olvidar de
otras tareas:
del legón y la agricultura,
de estar subido a una escalera,
de agacharme para cualquier
faena;
hasta que he llegado al punto
amargo,
de caminar con gorra y gafas
oscuras,
diagnosticado de “queratosis
atípica”,
y por esa razón me pierdo la
playa y el baño
durante las horas que el sol
aprieta.
Me voy dejando muchas más
cosas:
procuro caminar por la ruta mas
corta,
por donde los bordillos no me
estorban
ni hay muchas escaleras
y desde luego sin pasar de un
cuarto de hora.
Ya apenas juego con mis nietos
si no es al parchís o a las
damas,
me molesta la música de las
fiestas
y hasta el ruido de una gaita.
Son muchos más los signos de
flaqueza,
pues tengo que ir al baño en la
madrugada,
y me levanto como un robot de
la letrina,
recortando placeres que antes
con gusto atendía.
Todo ello me lleva a la
conclusión fatídica
de que la vejez la tengo encima
y por mucho que me pese
son preludio de que el último
respiro se avecina.
San Juan 20 Agosto 2019
Jesús Gandía Núñez
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