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JUSTICIA INSTANTÁNEA
Pasaba un señor por una plaza
con la frente bien altiva,
al tiempo que una abuelita
acarreaba una enorme bolsa de
la compra.
Cuando fueron a cruzar los dos
la carretera,
el señor ni se inmutó siquiera,
y le increpó una señora desde
la azotea
-¡Caballero! Échele una mano a
la abuela,
¿No ve como del peso se
encorva?-
Y entonces contestó el necio
caballero
-¡y a mi que más me importa,
si va camino del cementerio!-
Y en ese instante al mirar para
la azotea,
mientras la abuela se detenía,
no vio un camión que le pasó por encima,
haciendo justicia, a alma tan
poco caritativa.
San Juan 4 Septiembre 2019
Jesús Gandía Núñez
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