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EL MIRADOR DE LAS GAVIOTAS
La joven nadaba en el mar muy
dispuesta,
acababa de cumplir dieciocho
primaveras,
y a su alrededor sólo veía
luces de sirenas.
Con cada brazada aumentaba su
alegría,
tenía muy cerca la boya de la
victoria,
adonde se aferraría con todas
sus fuerzas;
estudiaría una ingeniería, por
sus buenas notas,
y con su novio Juan, que
acabaría medicina,
se casarían y serían felices de
por vida.
Todos estos pensamientos
musitaba Luisa
cuando había traspasado la boya
de emergencia
y fue consciente del ruido de
la motora
que le venía, a toda velocidad,
encima;
sus pensamientos y su cuerpo
destrozados
saltaron hechos añicos por el
aire,
solamente observados por las gaviotas
que desde su mirador fueron testigos de la herejía.
San Juan 22 Agosto 2019
Jesús Gandía Núñez
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