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EL SECRETO DE LA VIDA
Saltaban las ardillas de pino
en pino ,
jugueteando y llenas de
alegría,
y en cuanto veían una piña
madura,
ponían en marcha su fina
dentadura.
Quedaban descubiertos los
piñones,
y con la habilidad que tenían,
los partían
dándose un suculento banquete
de boda;
pero de vez en cuando les caía
un piñón a tierra;
se quedaba entre la broza de
los pinos,
y pronto quedaría cubierto de
hojas y tierra.
Así se produce el mayor milagro
de la naturaleza,
entre la niebla que producía la
humedad necesaria
y la lluvia de una tarde de
primavera
se hinchó el piñón hasta que
reventó como una breva,
viéndose libre de la cáscara
que lo encerraba.
Al piñón empezaron a crecerle
raíces,
y más tarde un tierno y
atrevido tallo
que pronto emergió de la
tierra,
para convertirse con los años
en un pino de esbelta planta.
Y de esta forma tan natural y
sencilla,
aquella pinada donde habitaban
las ardillas,
se fue convirtiendo en un
bosque de bandera
donde departían flora y fauna
en perfecta armonía.
Elda 23 Septiembre 2019
Jesús Gandía Núñez
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